sábado, 4 de abril de 2020

Rescate

Largas las noches y cortos los días que han pasado desde que la casa se ha convertido en mundo. Ahora el patio es la nueva calle, el cual contiene un ventanal abierto que deja ver un trozo de cielo revoltoso que campa a sus anchas. El movimiento del sol es el nuevo pasatiempo para las fachadas, no se atreven a murmurar. Las máquinas han quedado dormidas, están esperando el tacto de sus dueños. La tierra va recuperando energía, ya no se pregunta dónde están los humanos. Prefiere no hacerlo.

Desde que pensó en: no creo en la mala suerte, pero...; y presenció guerras que ningún ser podría soportar, no ha vuelto a quedarse en los qué pasaría. En los ojalás. En los quizás. Alguien ha vuelto a cantar, el eco ya no existe. Guardan silencio hasta su regreso, cada día queda menos.

Hoy ha salido el sol, y alguien ha ido a saludarle. Se queda charlando con él, contándole con ilusión lo que está consiguiendo. Y mientras tanto, la esfera ardiente le filtra la piel para (a)dorarle más de lo que hizo en su momento. Brinda por su nuevo amigo, confía en que algún día puedan charlar en campo abierto. 

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