miércoles, 29 de septiembre de 2021

Respiro

 Muchos altibajos han ocurrido durante las últimas semanas, y al igual que en una montaña rusa, me esforcé en no marearme y que el miedo a caer fuera solo una frase. No siempre lo conseguía, de hecho, casi nunca lo evitaba. No es fácil cuando tienes una mosca tras la oreja que te va contando uno a uno todos tus errores, o eso que se cree que lo son. 

Y de repente, cambias de sentido bruscamente. No sé si para bien o para mal, pero por el momento siento algo de paz. Cierto es que los factores que hacían que sintiera una caída al vacío en esa atracción de la que antes hemos hablado, siguen estando, quizá algo más dormidos, o yo estoy más despierta. Pero se agradece algo de tranquilidad en una cabeza, tantas veces, ida por completo.

Y qué curioso, que mientras escribo cómo estoy hoy, permanezco montada en un tren con destino a casa. Muchas veces me escudo en que la imaginación se encuentra perdida y que solo viene cuando interesa... Hoy se viene conmigo a hacerme compañía en el viaje. 

Hoy estoy mejor, con miedo a que la estabilidad emocional ponga de nuevo un "in" en sí misma... Pero contenta de volver a sentir la necesidad de escribir.


Empezando la carrera de Educación Social, tengo una asignatura llamada Didáctica general. El otro día hablaba el profesor de lo terapéutico que llega a ser la escritura, y de la historia profunda que puedes llegar a conocer sobre una persona a través de unas palabras que quizá nunca son dichas en voz hablada. Y yo me quedo con esto.

martes, 24 de agosto de 2021

Trastorno ansioso-depresivo (un poco por dentro)

 Parece ser que el trastorno vuelve a dar señales de vida, un poco más fuerte, como pasó en febrero y continuó en marzo. Llevo días sintiendo aquellos primeros síntomas que desencadenaron lo que hoy en día es una cruz. Espero que el ataque no llegue a asomar.

Insomnio, malestar, desgana, la cabeza a 1000 por hora con un contenido no muy agradable, tristeza, preocupaciones, miedos, ganas de llorar... De hecho, mientras escribo, las lágrimas van cayendo poco a poco sin poder controlarlas. Juro que no puedo, me intento contener... Pero el esfuerzo es en vano. 

Y otros síntomas que conllevan todo esto. Últimamente me he dado cuenta de que la ansiedad y la tristeza se han ido manifestando en unos textos, obviamente no publicados, y es ahora cuando las veo llegar. Releyendo todo. Y me provoca pánico. Y hace que el respirar cueste más, como si hubiera caído una losa encima del pecho y no pudiera levantarla. 

Escribo todo esto no para provocar pena, lástima, un poco de atención... Ni mucho menos. Solo que ayuda, al menos, a exteriorizar lo que me pasa e intentar asimilar (aceptar es otro tema) todo lo que va ocurriendo. Y así mantengo un poco la mente dedicada a escribir y no a pensar, hasta que caiga rendida de sueño (si el insomnio me lo permite), en algo que puede llevarme días en volver loca a la cabeza. 

Me pregunto cuándo en este blog las publicaciones serán gratas. Querido lector, has dado con una persona difícil de comprender... Y difícil de sanar.



lunes, 26 de julio de 2021

Saloh' Cint' Nias

Qué será lo que tienen las palabras que siempre me traen de vuelta. Y he de reconocer que me siento halagada por ello, una vez más. Y, además, van cobrando más fuerza, parece que van despertando de su gran ausencia durante todo este tiempo. Y eso me reconforta. 

Llevaba meses sin que asomaran por la mente, mucho menos para ser reflejadas en este pequeño rincón que he creado para darles rienda suelta. 

Muy pocas veces escribía, y cuando lo hacía, no llegaban a formar ni un párrafo de cinco líneas. Todas ellas se conformaban con tres o cuatro, y eso no me bastaba. De hecho, tengo algunas anotaciones sin acabar, o acabadas pero guardadas para mí. No sé si por miedo a que salgan o simplemente porque no les encuentro sentido hoy. 

El otro día subí Valinor. Un texto inspirado, para quien lo pueda apreciar, en la obra de Tolkien. Y si no sabes que Valinor es, básicamente una metáfora del cielo a mi parecer, ya te lo estoy diciendo yo. Y hablándolo con mi primo Jesús llegué a reconocerlo. 

Valinor fue escrito en el mes de febrero. Fue uno de esos textos dejado a medias, en ese momento parece ser que me faltaba algo más. Y han pasado cinco meses para darme cuenta de que estaba perfecto y que no necesitaba más. Hablé del cielo estando fuera de él, no sé exactamente si fue escrito como un anhelo o como una pequeña visión... 

Valinor fue escrito en febrero, poco después de haber sufrido un gran ataque de ansiedad (no el primero, y de momento el último hasta hoy), ésta desarrollada desde hace ya un tiempo atrás. Se ve que indirectamente rogaba el cielo en aquel momento, y que hoy puedo, al menos, creer en él. 

Al poco tiempo, una realidad que hoy en día está cobrando más fuerza, una realidad cruda y nada perfecta para mi, leía en un informe tres palabras que en ese momento me confirmó uno de los mayores temores que fui evitando un tiempo. Trastorno ansioso-depresivo. Dicen que la pasión se lleva por dentro... Sólo si no sabes con quién compartirla.

Y aquí estoy, viéndome capaz de explicar un texto quizá algo difícil y a la vez sencillo de entender. Cuento esto porque la cruz hoy pesa un poco menos, y me siento con fuerzas para decirlo sin que me aplaste y me deje sin respiración hasta el momento. Siento si me estoy enrollando demasiado, pero me ilusiona ver que hoy las palabras salen como si de una fuente de agua se tratase, y me ilusiona más el querer escribir sin acabar de hacerlo. 

Estoy intentando recuperar esos escritos guardados, aunque no prometo nada. Se ve que ansiedad y libertad no pueden ir muy juntas de la mano. Pero qué se le va a hacer, la historia está hecha así por algo. Y no por casualidad.


Valinor fue escrito en febrero... Y viene hoy al rescate

jueves, 22 de julio de 2021

Valinor

 Todo se convierte en plateado cristal. Y es entonces cuando se ve. Un comienzo permanente, una nueva creación, porque ahí son nuevas todas las cosas. La pureza misma reflejada en un blanco capaz de dar y no recibir. Unos acordes exclusivamente creados a saber cuándo, pero te transportan a un dónde. 


Y más allá, esa tierra color verde, tendida por la luz de un fugaz pero gran amanecer. Y ante ésta, un brillo que llama a la esperanza, unos ojos que muestran menos miedo y un alma algo sosegada. 


Estamos en guerra constantemente, el interior y el exterior son tierra extraña y la fortaleza se va deteriorando a medida que el árbol va envejeciendo. Pero sabemos una cosa. 


La salvación nunca llega tarde, ni pronto. Llega exactamente cuando se lo propone. 

jueves, 8 de julio de 2021

Renacimiento

 A las 2:45 de la noche, lloro. No lloro de pena o de tristeza, sino de emoción e ilusión. Unas sensaciones que hacía tiempo no sentía en plenitud. 

Miles de sentimientos encontrados, en los cuales predominan los anteriormente mencionados. Emoción e ilusión que fueron creciendo durante los dos años previos a la preparación de esta nueva etapa y que han sido cruciales para dar el paso (de nuevo). 

Dos años en los que no sólo han ido formándose y puliendo semejantes emociones, sino también dos años en los que las heridas se han ido cerrando poco a poco, y casi curando. Y digo casi, porque aún siento algo de miedo debido a la experiencia vivida anteriormente y que me hizo sentirme basura. Y gracias no solo a estos dos años de formación redescubriendo mi camino y mi vocación, también gracias a mis imprescindibles, vosotros sabéis quiénes sois... Que habéis sido un pilar del que me llevo en el corazón, y sé que es para toda la vida. 


He estado un curso entero dudando y con miedo de volver a la universidad. Miedo a sentir de nuevo mi inutilidad, la decepción con una misma y el sentir decepción del exterior. Rechazo. Y por eso mismo decido volver. 

Volver a intentarlo y quitarme esos miedos, de demostrar que no soy inútil, que si se quiere se puede. Y el corazón me pedía a gritos (a pesar de que la cabeza me traicionaba con los recuerdos) del seguir para adelante y poder demostrar(me) que sí, soy capaz. Más que capaz. 


Hoy recibo esto no solo como una buena noticia, sino como un reto y una nueva meta. El camino puede no ser fácil, pero estoy segura de que merecerá la pena. Y bien bonito que va a ser. Con mucha ilusión y emoción cojo la libreta para escribir que sí, el tiempo todo lo cura. Y hoy me siento fuerte.


sábado, 5 de junio de 2021

Desierto

 Nos han encerrado sin saber cómo estábamos. A ti por dentro, a mí por fuera. Y al igual que aquello que se hereda, algo nos reclama. Te pienso cuando aún no puedo, y entre la impotencia que van soltando los vaivenes, ahí es cuando te espero. Y desespero en blanco, sin saber cómo seguir. Sé bien que el oasis es pasajero, y de momento todo vuelve a terminar. Quizá es en medio de la nada donde llega el consuelo, y cuando no lo esperas... vuelve a aparecer.

Van pasando los días y se asemejan a esos cuarenta años de incertidumbre, olvidando por pasos lo que ha ido creando la historia. Por momentos la tormenta amaina y el cielo se esclarece, pero todo tiene su fin. O su comienzo. Vuelves, y cuando me doy cuenta, ya te has ido. Un tira y afloja que no sé interpretar. O es ese, quizá, el problema... Querer tenerlo todo bajo mis pies, sin movimiento alguno.

Puede ser que el remedio esté en dejarme llevar.

Cuánta pobreza. Cuánta necedad.

Búscame en el Líbano, que todavía sigo por aquí.