jueves, 28 de mayo de 2020

Retroceso

Creo que cada vez voy más allá en mar abierto, y creo que me perdí. Y para colmo, no deja de ponerse en bucle esa canción que narra lo que llevo un tiempo largo queriendo contar. Hay heridas que vuelven a sangrar, al parecer no se curaron del todo y la piel hace reacción a su actuación.

Abriendo paso entre las letras veo que el verbo ser se rebela y monta una huelga que dura lo que tarda en aparecer la memoria. En el fondo reconozco una figura en esas nubes que tantas veces hemos soñado con pisar desde pequeños, no temiendo a las alturas y dejando al sueño devorar el suelo bajo nuestros pies.

Cúrame viento, ven a mí, llévame lejos... no deja de sonar en el interior. Cúrame tiempo, pasa para mí...
Y es que, que el tiempo sane, es cuestión de fe.

sábado, 23 de mayo de 2020

Serendipia

Decidir es de valientes, quizá por eso soy tan indecisa. El reflejo del alma alza su esencia al cielo, rogando por milésima vez no serlo tanto. Desde el infierno se escucha una plegaria, allí no hay cabida para la rendición. Armarios con espejos, llenos de complejos, se sellan entre sí; señalar se convirtió en su mantra.

El eco fue parte del análisis, casi sin éxito. Desde entonces, el tiempo decidió dedicarse a sanar heridas, significado de muchos pensamientos que perduran por siglos. Páginas en blanco desean casarse con la tinta que un día les cambió el color, muchas veces se rasgan de dolor, el hambre voraz del fuego... sí quema hasta morir.

Mientras tanto, otra semilla florece en medio de la teoría del caos. Algo fue pensado, siempre hay un por qué. Bendiciones clandestinas. Suerte niña, la necesitarás. 

viernes, 15 de mayo de 2020

Microrelato

Hoy os traigo un microrelato que tuve que hacer para un trabajo de clase. Como sigo con trabajos y proyectos del grado, tengo poco tiempo y falta de inspiración (que viene cuando menos me lo espero). Os voy dejando lecturas para degustar... así no os abandono.



Después de dos meses en casa, donde mi aula y mi formación se trasladaron a mi hogar, y con la pantalla abierta al mundo, la vida me permitió aprender a perseverar. Que las cosas a veces no salen como a uno le gustaría que salieran, que los cambios provocan pánico si no se tiene la capacidad de adaptación, y que es la perseverancia el  motivo por el cual el éxito cobra sentido. Ahora los hogares se han convertido en el mundo en el que antes las horas corrían entre sí, mientras que éste se ha paralizado hasta que sane. Y con todo ese tiempo, la vida me permitió aprender a gestionar el tiempo reconociendo que éste es oro y un tesoro así  no puede desperdiciarse. Y no solo es el aprendizaje de su gestión, sino también de su valor que tantas veces olvidamos y se pierde en la rutina de lo que consideramos seguro. Porque ahora, hasta el simple hecho de quedar con las personas que quieres para tomar café, es lo que echamos más de menos. Porque la vida es así. Y porque son las pequeñas cosas las que hacen la vida tan grande.
La vida me permitió el aprendizaje hacia el mundo de las tecnologías, el descubrir formas nuevas de realizar actividades, de potenciar la creatividad en este momento en el que es fácil mantenernos aburridos, en indagar en la investigación y poder fiarse de las capacidades de uno mismo…ese momento de introspección, a veces tan necesario, donde podemos aprender a amar a uno mismo. De trabajar la paciencia en todos sus sentidos, y lo dice alguien que quiere que todo sea ya, cuanto antes mejor. Puede ser que la vida no espera nada, y mientras tanto nosotros debemos esperar en la vida, demostrándole que la esperanza sí es buena, que la vida no se trata en qué esperar, sino en quién y porqué esperar. Démosle razones para quedarse.
La vida me permitió el desarrollo de la escucha activa en mi hogar. Infinitas veces son las que acabo escuchándome a mí misma y quejándome de que nadie mira por mí, y ahora la visión se torna cuando veo que por esa misma razón soy yo la que otras infinitas veces miro por mi egoísmo y antepongo mis necesidades y apetencias a los demás. Y en casa sí que se puede ejercitar, en pasar tiempo con la familia y darte cuenta que el prójimo es igual que tú, que no eres ni mejor ni peor. Sí, hay diferencias, pero sí, somos iguales. Y ver que a ese que tienes al lado le pasan también dificultades, viéndote reflejado en ese espejo que tantas veces tapamos con una sábana para evitar vernos desde fuera. Y sí, la vida me permitió y me permite el poder alentar al reflejo de ese espejo que eres tú y que soy yo.
Hace un año que me veía una completa inútil, sin ser capaz de salir del agujero que yo misma me había cavado. Hoy, analizando el viaje que he hecho desde ese momento hasta ver lo que tengo, puedo decir que sí se puede. Que pueden venir todas las pandemias que quieras. Todas las crisis que quieras. Hoy es el Covid-19, mañana puede ser crisis emocional, pasado puede ser la precariedad laboral, al otro puede ser un mal día. Pero que la vida nos está haciendo ver que hay que celebrarla, que no le demos importancia a tantas tonterías de las que hacemos un mundo,  nos permite descubrir que hay vida después de la muerte, que estamos hechos para avanzar y ser más fuertes, teniendo la fe y la esperanza adecuada para ello. Y que hay una palabra para definir la fuerza que seguro, algún día, vendrá a festejar con nosotros la victoria. Y esa palabra se llama: RESILIENCIA.

martes, 12 de mayo de 2020

Bienvenida

No sabes la de cosas que te esperan. La gente pensará: pobre de llegar en este momento. Pero la gente no sabe que vienes en el mejor de los momentos. En una situación en la que el mundo se va rompiendo cacho a cacho, que las injusticias predominan y que la venda aprieta fuerte por detrás de la cabeza. Pero la gente no sabe que vienes en el mejor de los momentos.

Te esperan más locuras que cosas normales, o aquellas que consideramos normales. Te espera una larga vida en la que tendrás que luchar bastante en más de mil batallas que habrá cada día el resto de tu vida. Te espera un sin entender constante, y el tener que improvisar durante las 24 horas que marca el reloj por años, a veces incluso cansa demasiado.

Pero es aquello que te salva en un escenario en plena función teatral. Muchas comedias con sus respectivas tragedias. Muchas historias contadas que darás a conocer, y otras muchas que te las guardarás solamente para recordar. Muchos guiones sin resolver, y de vez en cuando algo de maquillaje en los desperfectos. Muchos ensayos antes del gran acto, muchos errores y frases equívocas antes de la toma buena. Muchos abucheos que se recompensan con los aplausos que más necesitas oír. Muchas giras mundiales, muchas llegadas a casa después de ellas. Muchos proyectos por hacer y por gestar, muchos sueños que van más allá.

Pero la gente no sabe que vienes en el mejor de los momentos. Porque hoy eres luz en medio de la tormenta. Has llegado haciendo ruido fuerte, eres un rayo. Has llegado para cumplir el sueño de muchos, ya lo irás viendo con el paso del tiempo. El mejor de los momentos, porque la esperanza nace en forma de bebé.

Que el mundo se prepare, otro regalo del cielo ha llegado para alegrar al corazón. Eres un sello del amor.

jueves, 7 de mayo de 2020

Revelación

Intento buscarme en el reflejo del espejo, ahí, en mis ojos. Sé que estoy ahí, pero hay momentos en los que no me veo, o no me reconozco. A veces me oigo a mi misma desde dentro, no lo llames locura. Cojo de vez en cuando mi cuaderno, muchas veces con ganas de hacer cuerpo a pensamientos que, posiblemente quedarán en papel y dejarán de existir, por lo menos durante algún tiempo, hasta que vuelva a abrir el cuaderno y empiece a leer lo que un día fui.

A veces piensas que el sentido no existe... ¿o es una realidad? Y sigues dando vueltas, y no te mareas... desgraciadamente. Me acuerdo mucho de aquel abrazo, lleno de esperanza, de refugio, de consuelo, incluso de frustración. Pero un abrazo llamado hogar.

Vuelves en sí. Hoy sigues sin encontrarte delante de ese espejo. <Vuelve mañana>.

Y mañana nunca existe.

sábado, 2 de mayo de 2020

Quimera

Grábame en tu memoria, así como yo te grabo en mi historia. Tatúame en el blanco de tus ojos, así como yo te tatúo en mi sangre. Guárdame no en el primero, sino en el último de todos tus cajones. Porque, como dicen, los últimos serán los primeros.

Saborea mi voz en tus oídos, dibújame en tus páginas blancas, así como yo te reservo las esquinas de las rotas. Planéame un mapa del tesoro, pero quédatelo, pues yo tengo un mapa de la felicidad donde el lugar que marca la equis hay un tesoro que no se debe enterrar.

Escríbeme tan fuerte como puedas, así como yo te pienso en voz alta. Léeme en los rasgos de tu piel, así como yo te leo y te releo en mi mente, te degusto y pienso el por qué los sueños son tan perfectos. Y tan efímeros.

Y, de repente, te desvaneces.