viernes, 18 de noviembre de 2022

Cromático

 El cielo se viste de nubes de distintos colores, abarcando así el azul, gris, rosa, pequeños blancos que acabarán convirtiéndose en el naranja atardecer. Así mismo con los valles y colinas, completando la paleta de colores trayendo consigo el verde, el marrón y pequeñas pinceladas de las construcciones del hombre. Yo solo, y en este justo instante, me encuentro absorta en el paisaje y que soy incapaz de ignorar lo que llega a la retina. 

  Intento ver más allá: hojas caídas que traen la llegada de un otoño tardío, pequeños charcos de una lluvia deseada por muchos, no tanto por otros; algunos montones de alimentos que proporciona la tierra y cables que transportan luz, sin llegar a la suela de los zapatos a quien da calor... Ni siquiera es capaz de imitar su energía. Carreteras escondidas en los terrenos con riadas de coches que esperan llegar y volver a casa. 

  Sigo más allá. Veo el reflejo de maletas, asientos, abrigos y chaquetas que confirman que el frío ya está aquí. Varios ordenadores, móviles, muy pocos libros en el vagón. Veo muchos reflejos, muchos rostros, y ahí veo el mío. Una cara oculta tras la mascarilla impuesta aún por el miedo, y unos ojos que dejan ver el deseo de dejar a un lado inseguridades, complejos, y muchas mierdas. Un deseo que esperan de verdad su cumplimiento.

   Vuelvo a ver el paisaje, y la paleta de colores ya está llena, o eso es lo que pienso por un segundo. Bella creación. Y yo sonrío por poder plasmarlo en letras.


lunes, 14 de noviembre de 2022

Cuarto menguante

   Es necesario que el ciclo tome su curso, que las etapas se cierren por sí solas dando comienzo a otras nuevas, y que el corazón vaya sanando un poquito. El mar se calma y el cielo se va despejando, dando lugar al sol que tanto tiempo estaba pidiendo. "Si no es para mí, quítalo de en medio", decía. Sus tiempos no son mis tiempos, y en medio de mi desesperación, mi ruego ha sido, por fin, escuchado. Y a pesar de que ahora mismo pueda sentir confusión y desorientación, en el fondo sé que la paz está temprana, y mucho. 

   Aún así, sé que me quedan todavía mil y una batallas por luchar, muchas cosas por definir, muchas cuestiones por entender, toda la historia por aceptar. Pero si ha sido permitido, todo está bien. Y es lo que me trato de repetir para terminar de creérmelo. El presente ha hablado y en mi defensa solo puedo agarrarme a lo que es, a lo que está, sin más.

    Son las experiencias las que enriquecen la vida, y todo queda como una anécdota más para recordar, mientras la luna me observa escribir estas líneas esperando a estar completa, y ella también. 

domingo, 6 de noviembre de 2022

Veneno

  Cómo en el letargo vamos decayendo hacia un pozo que aparentemente no tiene fondo, la libertad se nos escapa de la punta de los dedos y ya no esperamos en nada. La jaula de oro va deteriorándose en cuestión de parpadeos y nadie hace nada para remediar lo que se viene encima. Ensimismados en lo que no tenemos y en el juicio se vive el día a día en un mundo cristalizado por sí mismo. 

   Dicen que ojos que no ven, corazón que no siente... Ay de nosotros, si la mente pudiera hablar. Y mientras vamos persiguiendo fantasmas y cuentos de los que es previsible un final, la mayoría de las veces desagradable, recorremos todo un mundo de papel esperando a ser talado. Y no nos damos cuenta (yo la primera) de que lo esencial es invisible a los ojos, y lo que está ahí pide auxilio. 

   Centramos las ansias en aquello que no satisface y nos alimentamos de aquello que no nutre. Al fin y al cabo, se nos va la vida deseando otra.

viernes, 21 de octubre de 2022

Pequeña victoria

  Llevaba un tiempo en el que andaba como persona errante entre la dispersión en el mundo y los combates del día a día, empeñada y terca en conseguirlo todo en mis fuerzas. He tenido tiempo para escribir, sí. De hecho, tengo varios escritos guardados, esperando para darles una forma final y subirlos al blog... Si lo veo oportuno. Pero no me había animado a la publicación hasta ahora, y he descubierto el por qué.

  Semanas atrás sentía la necesidad de buscar algo que me faltaba, que anhelaba y no sabía el qué. Las circunstancias y los combates en los que últimamente llevo inmersa me dieron la respuesta, y las ganas de animarme a la oración era lo que me empujaba hasta hoy. 

  Llevo ya unos días con otro espíritu, que fácilmente se va con cualquier cosa diminuta que ocurra durante las horas, pero siento que ahora es más fácil de recuperar, o, mejor aún, siento que dejo que entre. Y esto me está trayendo, a pesar de todo, mucha paz. 

  Muchas veces he hablado de mi opinión acerca del forzar a las letras, pero sí que me estoy dando cuenta de que si no las busco, no van a venir. Además, el estado emocional ayuda mucho a dejar fluir y siento que me sienta bien. Y sé de dónde viene eso. 

  Tengo muchos escritos algo tristes, y hablando de eso en ese texto me di cuenta de que no pasa nada. Todos tenemos derecho a estar mal. Hay necesidad de estar mal, aunque el mundo opine lo contrario. Si no sabemos qué es estar mal, ¿Cómo sabremos cuándo estaremos bien? Intentaré sacar más partido a las letras, el proyecto del blog está algo abandonado y es hora de darle algo de vidilla. 

  A fin de cuentas, junto con la oración, es lo que me da paz en muchas ocasiones... Y espero que siga así.

miércoles, 3 de agosto de 2022

Gracia

 Nos ha sido regalado un pacto sellado en fuego que no quema, en aire que acaricia, en agua que renueva y en tierra que da fruto. Y el quinto elemento es el que da sentido a lo sublime de este amor. Y mientras que la virtud del hombre cada vez cobra menos fuerza, una llama sigue encendida en medio del caos. La debilidad se cuela por las rendijas de la puerta en los tiempos propicios, pero también la ilusión sigue vibrando en los laudes de un pueblo agitado por la incredulidad.

Son palabras oscuras las que han cegado los ojos de los hombres. Han endurecido el corazón de aquellos que no tienen esperanza, desechado la paz heredada de este a oeste y sometido a la libertad bajo su dominio, obligando así a la fe cumplir un éxodo. 

Mientras tanto, en los albores de la tempestad, el árbol blanco lleva digno el nombre de superviviente de los Días Antiguos, dando paso a la espera de un nuevo día, reflejándose en el fugaz amanecer.  Aquellos a los que llaman justos han sido escogidos para perpetuar la memoria de una edad ahora desaparecida, para que la gente recuerde siempre el Gran Peligro, y ame aún más entrañablemente el país bienamado. Y eso los mantendrá tan ocupados y tan felices como es posible serlo, mientras continúe su parte de la Historia.

viernes, 13 de mayo de 2022

Delirio

 Qué "caprichosa" puede llegar a ser la vida, que para zarandearnos de todo aquello que nos rodea, utiliza movimientos sutiles (y a veces no tanto) para recordarnos, a fin de cuentas, que no nos pertenece. Y resulta muy frustrante, casi todas las veces, no poder llegar al razonamiento encontrando un por qué. Llegan temporadas difíciles que dentro de esa razón se encuentra la desesperación, las dudas, las exigencias... y con ellas, la muerte.

Estos giros de 180º en estos tiempos sientan realmente como una patada en el estómago. Aún así. intento ser positiva pensando en la posibilidad de que sea una sacudida como empujón y no como ahogo. Esa es mi esperanza, la cuál últimamente viene y va, como los sueños. Y me resulta gracioso, porque me doy cuenta de que no está en aquellos espacios en los que los decorados están inacabados, no cuentan ninguna historia, y los tiempos muertos marcan la tragedia.

Y el coraje que me da el sentirme dormida en medio del caos... Pero es que, como si de un terremoto se tratase, la vida se tambalea y quiere despertar.  Y de repente, cuando te ha soltado una de cal, viene una de arena. Como si fuera una moneda, la cara de la alegría viene acompañada por la cara de la tristeza. Por ahora queda agarrarse a la fe, intentando permanecer cuerdos en esta locura, que lo cura todo. 

miércoles, 23 de marzo de 2022

Nuevas todas las cosas

 Hoy ha sido un buen día. Un gran día de hecho. Cada vez me voy dando más cuenta de que el perdón viene bajado del cielo, que por tus propias fuerzas solo sale orgullo y soberbia, y que todo es continuo aprendizaje. Voy encontrando poco a poco el sentido de todo, y que tengo que aprender a preguntar para qué y no el por qué. También he de decir que el hecho de ir descubriendo de qué está hecho el corazón hace que quiera, aunque con miedo, apostar por aquello que aparentemente es humillación, pero que luego se convierte en bendición. 

Con lo difícil que es reconocer el error y la culpa, y lo fácil que es crearse paranoias... El combate sigue estando, pero esta vez Él ha vencido. Y la suerte de sentirse perdonada en la Tierra, hace que pueda ver el cielo y sentir perdón desde ahí arriba. 

Aún así, me queda mucho por aprender y que trabajar, esto no ha hecho nada más que empezar. Sigo en pie en el desierto del que llevo viviendo hace unas semanas, pero también he podido ver, dentro de él, lo que parece ser la tierra prometida. Y todo por mirar al cielo y rezarlo con el corazón. 

Sí, hoy ha sido un buen día. Y espero mantener esta paz, al menos, lo que queda de semana.

lunes, 21 de marzo de 2022

¿Cronofobia?

 Ando en el tren divagando sobre mucho y nada a la vez. Si mi frente tuviera una pantalla, no daría tiempo a reflejar alguna idea o escena con la claridad suficiente como para poder rescatar algún detalle de las mismas. Y aún así, observo detenidamente el vagón en busca de algo que me llame la atención. Al lado de los asientos en los que estamos sentados mi macuto y yo, se encuentra un matrimonio, de unos sesenta y pico. El hombre se ha pasado gran parte del trayecto mirando al frente, quizá le pasaban las ideas como a mí. La mujer ha estado un rato durmiendo apoyada en su marido, y luego se ha puesto a mirar el móvil. Acto reflejo, el marido ha hecho lo mismo. Inocente de mí, que se me ha pasado por la cabeza el pensar que, siendo matrimonio y al estar al lado el uno del otro y se limitan a mirar el móvil, me doy cuenta de que mi viaje ha sido igual o peor que el de ellos en ese sentido. Me descubro haciendo lo mismo, qué tonta de mí, y acto seguido me avergüenzo.

Y para no sentir demasiada culpa, busco algún tema del que escribir, puesto que me acuerdo del blog. Así distraigo la cabeza y alejo un poco ese sentimiento que verdaderamente es lo que merezco pero no me apetece darle vueltas. Además me viene bien, ya que intento subir algo más a menudo y procuro cuidar más la escritura... pero no se me ocurre nada. Y como el móvil es el compañero de viaje, ese que ha hecho darme cuenta de que estaba justamente criticando lo que tenía en las manos, busco en internet ideas que puedan ayudarme a traer la imaginación. Entre algunas de estas, veo lo que me llama la atención: escribir sobre recuerdos o sobre el dolor de crecer. Y de repente he oído un inexistente clic. 

Me lleva a pensar que en unos días cumplo 23 años, idea que me da vértigo desde hace unas semanas. A pesar de estar en plena juventud, me aterroriza la velocidad que tiene el tiempo, y que era verdad eso que siempre decían y yo lo ignoraba: "el tiempo se agota y no te das ni cuenta". Me da vértigo porque no sé realmente si estoy disfrutando de estos años, y sufro cada vez que me descubro intentando acordarme de ciertos momentos (pasados hace pocos años en realidad) y no consigo traer de vuelta esos recuerdos. No sé si porque por la ansiedad que padezco, tengo esa etapa de amnesia temporal (cosa que descubrí hace poco que la ansiedad produce) o porque no los disfruto hasta tal punto de poder recordarlos. 

Sea como sea, termino esta publicación con una cosa clara. El tiempo, al igual que viene, se va. Y no sé cómo gestionar todo, tengo que seguir trabajando en la angustiosa ansiedad para poder llegar al menos a los 30 sin que me dé un jamacuco. Al fin y al cabo, internet me ha ayudado a encontrar algo de lo que escribir. 

viernes, 11 de marzo de 2022

Vigilia

 Todos oyen, pero no todos escuchan. Todos miran, pero no todos ven. Y todos hablan, pero realmente nadie sabe. El diccionario va encogiéndose en palabras más concretas, el vocabulario solo sabe de muerte, y las mentes crearán novelas de un solo género literario demasiado abrumador.

Desagradables sonidos se convierten en alarmas para despertar al mundo, y aún así, este sigue inmerso en el sueño de quien decide la evasión... y, en muchos casos, la deshumanización. Cada vez estamos más cerca de que la paz suene a utopía, desalentadora e inentendible para aquellos que no esperan en nada.

Miles de hogares se vuelven ceniza, miles de armas se convierten en ira y miles de almas se forjan en el fuego del sufrimiento. Mucha desinformación anda restando a la liberación. Cuánto nos queda por aprender del pasado, y mucho más por entender el presente. Por ahora, sabemos que aunque la historia se escriba y se recuerde, el ser humano se empeña en repetirla, haciéndose cómplice de su propia destrucción.

Con los pies en el suelo y la mirada hacia el cielo, con la esperanza de que la palabra utopía se quede encerrada en sí misma. Al igual que su contrario, la paz también es una elección. 

Y ante todo esto, ¿quién nos separará?

sábado, 26 de febrero de 2022

Partida y regreso

 Después de cinco meses sin escribir, me han vuelto las ganas de contar un poco de lo mucho que ronda por mi cabeza, de poder, al menos, susurrar y poner sobre la mesa todo aquello que me pesa y me libera. Y agradezco este gesto, lo echaba de menos.

En las últimas semanas me venían pequeños flashes a la mente, dejando entrar el gusanillo de la que es una de mis pasiones. Me recordaba a mí misma todas esas veces que abría el bloc de notas del teléfono para apuntar la más mínima ocurrencia (a pesar de no acabar algunos escritos), o cuando cogía la libreta donde transcribía esas obras en papel para darles forma física, y para que no se perdieran... Esa necesidad que sentía de volver a indagar y profundizar en mis pensamientos... Pocas oportunidades se han presentado desde entonces, exceptuando algunas ocasiones que, quizá, no me apetecía verdaderamente dejarme arrastrar.

Cierto es que durante todo este tiempo he estado inmersa en diferentes cuestiones, la mayoría en los estudios, otras en dedicar algo de tiempo al descanso (o a lo que creía yo que era el descanso), y el mundo me ha llevado por delante durante estos meses, pudiendo llegar a remar a contracorriente. Y ha sido cuando, dándome cuenta de todos estos sucesos, me ha surgido de nuevo el deber de escribir.

En una de las clases de las nuevas asignaturas, me pedían un objeto con el que me identificaba, y la imagen de una pluma rondó mis pensamientos al instante. No necesité que surgiera alguna duda sobre la búsqueda de ese objeto. Algo tan liviano, frágil, vulnerable, bello. Indiqué mi pasión por la escritura, terapéutica y sanadora. Y la nostalgia cayó rendida a mis pies.

No sé con qué frecuencia daré los siguientes pasos, pero por hoy me reconforta el saber que esta pasión vuelve a arder. A buen entendedor, pocas palabras bastan. Y me apetece ir reflejando pensamientos en letras, profundizar más en lo que soy y no dejo de ser, en dejarme llevar por las emociones, esas que tantas veces trato de ocultar para no mostrar debilidad ni fragilidad... Pero que no me lleva a ningún sitio.

Lo necesito. Ya es hora de volver.