viernes, 11 de marzo de 2022

Vigilia

 Todos oyen, pero no todos escuchan. Todos miran, pero no todos ven. Y todos hablan, pero realmente nadie sabe. El diccionario va encogiéndose en palabras más concretas, el vocabulario solo sabe de muerte, y las mentes crearán novelas de un solo género literario demasiado abrumador.

Desagradables sonidos se convierten en alarmas para despertar al mundo, y aún así, este sigue inmerso en el sueño de quien decide la evasión... y, en muchos casos, la deshumanización. Cada vez estamos más cerca de que la paz suene a utopía, desalentadora e inentendible para aquellos que no esperan en nada.

Miles de hogares se vuelven ceniza, miles de armas se convierten en ira y miles de almas se forjan en el fuego del sufrimiento. Mucha desinformación anda restando a la liberación. Cuánto nos queda por aprender del pasado, y mucho más por entender el presente. Por ahora, sabemos que aunque la historia se escriba y se recuerde, el ser humano se empeña en repetirla, haciéndose cómplice de su propia destrucción.

Con los pies en el suelo y la mirada hacia el cielo, con la esperanza de que la palabra utopía se quede encerrada en sí misma. Al igual que su contrario, la paz también es una elección. 

Y ante todo esto, ¿quién nos separará?

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