lunes, 1 de junio de 2020

Vorágine

Sin duda el 2020 está siendo un año que quedará escrito en la historia para no olvidar. Se han encargado de que así fuera, desde aquel 31 de diciembre de 2019, momento en el que tanta gente deseaba tener un comienzo diferente. Y así ha sucedido.

Los meses pasados responden ante sus acontecimientos, a cada cuál más surrealista en pleno siglo XXI. La razón y el entendimiento han dejado de existir, han quedado en el olvido, la tinta acabó perdiéndose entre murmullos. El sentido común dejó de tener su propia esencia en su solitaria existencia, se olvidaron de él en pleno pacto destructor.

El amor queda apartado, van recogiendo sus cenizas aquellos quienes han decidido rechazarse a sí mismos. Ahora es el odio quien encabeza el grito despiadado de los que se consideran partidarios de la justicia. Una justicia hecha a medida, perdiendo significado y recopilando muchas de ellas que no fomentan nada.

No sé si nos merecemos todo esto que nos está pasando. Quizá sí, quizá no. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es la verdad, porque no le han permitido dejarse presentar. La mentira ahora se disfraza de verdad... y yo solo siento pena y rabia del destino que estamos persiguiendo. Porque va a costar millones de años en que la humanidad pueda perdonarse a sí misma.

Me hace gracia eso de la libertad y el respeto que se proclama hoy en día. Está claro que no tenemos el mismo concepto de estas dos palabras. Pena y rabia.

Y ojalá sentir amor por el caos.

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